Hoy -en parte para salir un poco de la reciente inercia de noticias en este blog y también por tratarese de un tema del que hace un buen rato quería escribir- por fin me he decididio a escribir sobre por qué corremos Mamá y Papá de Mary Tere.
Pero antes de escribir al respecto, y por ser tan contundentes, les quiero mostrar dos vídeos de padres de hijos con discapacidad que también corren (un poco, sólo un poquito más que nosotros), y que son ejemplo de muchas cosas:
Josele correrá pronto -y con María en su carro azul- la maratón de Barcelona, y está hacinedo una campaña para obtener fondos y así financiar trabajos de investigación del síndrome de Rett. Todo apoyo será muy agardecido.
Después de esos dos magníficos ejemplos, parecería que queda poco qué decir, pero algo hay: Mary Tere aun está chica como para llevarla a correr en su carreola, sobre todo en clima frío (y las carreras generalmente son temprano, precisamente porque está más fresco), así que aun no la llevamos. Sin embargo, las medallas son para ella, y yo estoy seguro que se da cuenta cuando se las traemos, se las colgamos y le aplaudimos. Sus sonrisas no mienten. Algún día pronto, correremos con Mary Tere, y ¿Por qué no? algún día Mary Tere correrá también y, ¿quién dice que no podríamos correr juntos un maratón?
Mientras tanto, seguimos corriendo porque nos hemos dado cuenta que el que corre (y conste que apenas vamos por un medio maratón en agosto, y no un ironman como los de los vídeos), sabe que aun en contra de todos los pronósticos, aun en contra de todas las dificultades y aunque tardemos más que otros, sólo dando un paso tras otro, y sin detenerse, es que se llega a la meta. El que ha experimentado eso, sabe que no hay límites, y yo quiero para mi hija precisamente eso.
Mary Tere: No hay límites.
Papá de Mary Tere.